El doctorado del Gran Combo de Puerto Rico

Jerry Rivas, Charlie Aponte y 'Papo' Rosario, en el concierto en San Juan. GFR


A las 4:47, del pasado 11 de noviembre, todo quedó a oscuras y en el fondo del escenario empezó a rodar un video en el cual los integrantes del Gran Combo, la orquesta más querida y respetada en Puerto Rico, aparecían en un ancianato, en levantadoras grises y  jugando dominó. De repente se enteran que tienen un concierto por los 50 años y salen todos en una ambulancia.

La siguiente escena fue en vivo y en directo. Todos los músicos encima de la tarima en el Coliseo Puerto Rico con sus levantadoras, de las que rápidamente se despojaron para quedar con un impecable vestido dorado y negro.

Estaba en San Juan invitado por GFR Media para compartir experiencias sobre empresas periodísticas, de lo que hemos hecho en ADN y de estos cuatro años de muy buenos resultados. Pero los anfitriones decidieron sorprenderme con una boleta que me dejaba sentado en las barbas de la Universidad de la Salsa. No lo sospechaba.

Faltando 10 minutos para las 4 de la tarde, con boleta en mano y camino al concierto, vi que decenas de hombres y mujeres caminaban apurados bajo 29 grados de temperatura desde la estación del tren o desde los parqueaderos cercanos al Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, en el sector de Hato Rey de la bella San Juan. Como yo, iban a celebrar las bodas de oro de los Mulatos del Sabor.

Adentro, el murmullo se interrumpió por gritos y aplausos. Falsa alarma. Era la alcaldesa electa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, del Partido Popular Democrático. Para los extraños era algo inusual, pero para la mayoría, normal. Las elecciones habían pasado cinco días antes, de manera que el tema estaba fresquito.

Casi una hora después empezó el espectáculo. El apuro era para encontrarse con los amigos, tomarse una, dos o tres cervezas y alistarse para un hecho inolvidable. Cuando aparecieron en escena, una ráfaga musical recorrió el coliseo. Todos nos levantamos de las sillas, pero rápidamente nos volvimos a sentar. “A donde fueres haz lo que vieres” era la frase que retumbaba en mi cabeza. No quería sentarme, pero no parecía bien que violara un protocolo que seguían casi 20 mil salseros.

Los muchachos de Ithier empezaron con ‘El Gran Combo ahí’, hecho para la ocasión. Dice: "De la época de los 60 y de los 70 les cuento yo. En 1962 fue cuando el Gran Combo se formó... El Gran Combo estaba ahí, ahí...”.

Sin proponérmelo estaba ahí y entendía porqué los amigos de GFR hicieron fuerza para que mi agenda cuadrara con este  momento. Sabían de mi gusto extremo por el Gran Combo, que ya había visto varias veces en Colombia, pero estar en su casa es una experiencia muy diferente y más si es para la fiesta de sus 50.

Fueron dos, tres, cuatro canciones de mucha compostura. La quinta fue el clásico ‘Julia’. “Dicen que soy dichoso, que alegre vivo y me oyen cantaaaaarrrr” fue suficiente para que todos nos pusiéramos de pie para cantar y bailar. El protocolo se había ido para el chorizo.

Como eran cinco décadas de historia,  entre los asistentes había desde jovencitos hasta testigos del nacimiento de la agrupación, en marzo de 1962, cuando Cortijo y su Combo se rompió en mil pedazos. Rafael Ithier, Eddie Pérez y otros músicos montaron rancho aparte con el mismo sonido de Cortijo. Era una mezcla de plena y bomba, ritmos autóctonos del mestizaje puertorriqueño.

El Coliseo Puerto Rico es una obra moderna, con impecables corredores, cómodo para los espectadores, buena acústica y espacio para comidas y bebidas. Lleva el nombre de un comediante ya fallecido y que se hizo famoso por el personaje Don Cholito. Por eso, los puertorriqueños llaman ‘choliseo’ a este sitio, que esa tarde estaba a tope.

La víspera había estado ahí mismo en otro concierto inolvidable: el de Serrat y Sabina. Eran menos asistentes, unos 12 mil, que cantaron con los españoles sus éxitos de siempre y soltaron más de una carcajada por sus apuntes. Tal vez era el mismo público del domingo, pero con una disposición diferente.

El ‘choliseo’ es consistente con una ciudad de apariencia del primer mundo en un país latinoamericano. San Juan desconcierta a quienes la visitan por primera vez porque tiene amplias zonas con una infraestructura impecable, un sector antiguo sin igual, toques gringos, sabores inconfundibles, pinta caribeña y el mar ahí. San Juan se parece a San Juan. Y en ella viven Loren, Crystal, Javier, David, Héctor, Luis Alberto, Maria Eugenia, Agustín, José Luis y 2’468.896 habitantes más que difícilmente se aburren.

La primera invitada a la fiesta dominical fue la española Rosario, que con su grupo cantó ‘Meneito Me’, un tema que cantó el inolvidable Pellín Rodríguez hace la bobadita de 47 años. “Óigame señor, qué tiene usted? Un meneíto que yo no sé…”… Lo que hizo la madrileña fue mágico. El toque flamenco combinó perfectamente con el ambiente salsero. Mientras los músicos boricuas estaban inmóviles viéndola, ella no paraba de moverse.

Ya para entonces el maestro de ceremonia le había pasado el micrófono al legendario Rafael Ithier, fundador, director y alma de la orquesta. Tiene 86 años y dejó de tocar el piano hace seis. No se le escuchaba bien por una afección en la garganta. Pero se le notaba la emoción. Nació en 1926 en el sector de Río Piedras, en San Juan. Tras pasar por varias agrupaciones e incluso hacer parte del Ejército de Estados Unidos, en la década de los 50 entró a Cortijo y su Combo.

Ithier anunció que rompería el orden del día. Invitó a subir a alguien que no veíamos entre el grupo de músicos. Me llamó mucho la atención no verlo. Eddie ‘La Bala’ Pérez, saxofonista de la agrupación y compañero de Ithier desde Cortijo, no podía tocar el instrumento por un problema pulmonar y lo ayudaron a subir a la tarima para rendirle homenaje. Todos, de pie, aplaudimos largamente. Fue un momento muy emotivo.

Y el show continuó. Se anunció la segunda invitada. Era Nora, cantante de la japonesa Orquesta de la Luz. Después fue Luisito Carrión, que subió aún más la euforia en el coliseo. Pero uno de los momentos más especiales ocurrió cuando Charlie Aponte saludó a Carmen Yulín, la joven alcaldesa electa de San Juan y la invitó a la tarima. Subió y bailó ‘Se me fue’, otro de los clásicos que desde 1982 Aponte hizo popular. La euforia de los seguidores de la líder política estaba en la cima.

Aponte lleva 39 años con el Gran Combo. Ithier lo metió en la orquesta para reemplazar a Pellín Rodríguez. Sin duda tiene  a sus espaldas buena parte de los éxitos. Con él están en la primera línea del grupo Jerry Rivas y ‘Papo’ Rosario. Rivas llegó en abril de 1977 para ocupar el espacio que dejó Andy Montañez.  Hizo famosos temas como ‘Y no hago más na’’, ‘Que me lo den en vida’, ‘El Menú’ y ‘Me liberé’. Rosario ha estado en los coros, pero el tema ‘Carbonerito’ es su más reconocida interpretación. De los tres es el que menos años lleva: 32.

El coliseo ya tenía la suficiente temperatura para recibir a uno de los ídolos de la salsa. Anunciaron a Gilberto Santa Rosa. Es de la familia. Gilbertico, como le dicen, tiene al público entre el bolsillo. Hace unos 20 años contó en alguna entrevista que su gran sueño era cantar con El Gran Combo. Pues se le cumplió hace rato porque lo acompaña cuando alguno de sus cantantes se enferma. Gilbertico interpretó ‘Guaguancó del Gran Combo’ y ‘No hago más na’’.

Muy pocos estaban sentados. A esas alturas ya se pierde la noción del tiempo y no importa. Estar a cinco metros de estos monstruos de la salsa era una fantasía. Suficiente. Sabía que adentro había dos colombianos más: Orlando Campero, barranquillero, gran persona y jefe de diseño del diario puertorriqueño ‘Primera Hora’, y Pepe González, más conocido como ‘Pepesón’, director de ‘La Z’ de Cali y de un salserísimo programa en Telepacífico. Con el paisano vallecaucano nos habíamos conocido en la escala Panamá-San Juan y se le notaba emocionado por lo que le esperaba. Él sí tenía claro que ese domingo estaría allí en un lugar privilegiado.

De repente Jerry Rivas anunció a su próximo invitado: Carlos Vives. ¡Plop! Era el turno para Colombia. Cantó ‘Matilde Lina’ a su estilo, pero con la salsa como alfombra roja, y luego acompañó a Charlie Aponte en ‘Nido de amor’ (“Amor de mi vida no te vayas pa’l colegio, di que estás enferma y quédate un rato conmigo…”. Son dos de los temas colombianísimos que El Gran Combo integró a su repertorio. El primero, en 1975; el segundo, en 1979. Y después el cónsul Carlos Augusto Muñoz le regaló la bandera de Colombia a Ithier.

Pasadas las 8 de la noche sonó ‘Timbalero’. Es un tema con mucha fuerza. Domingo Santos empezó a mostrar sus habilidades. Pero el comediante local Alfonso Alemán, encarnando a uno de sus personajes, lo interrumpió abruptamente. Exigió una oportunidad para tocar los timbales. Las risas afloraron, pero una vez Alemán tomó los palos en sus manos y empezó a tocar, todos quedaron boquiabiertos. Tremendo timbalero. A este momento le faltaba el cierre. Apareció Giovanni Hidalgo, considerado el mejor timbalero puertorriqueño de hoy, y llegó al punto mayor. Hizo alarde de su habilidad de una manera magistral, como Tito Puente.

El público pidió más y El Gran Combo le dio más. Estaba con su pueblo y cerró con ‘A mí me gusta mi pueblo’. “Somos del pueblo, para el pueblo, nacimos pa’ nuestra gente” cantamos todos, el público, la orquesta y los invitados.

Hace tres años, en un documental del Banco Popular de Puerto Rico, Rafael Ithier, dijo: “he llegado a la conclusión de que la gente nos aprecia más por personas que por músicos. Nosotros siempre estamos con el pueblo”. Y se nota.

Como estaban en casa, mientras nos alistábamos para salir del coliseo, cada uno de los músicos se paró al borde de la tarima para ubicar a sus familias, que levantaban las manos y hacían señas para indicar en donde se encontrarían.

De carne y hueso.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Que buena cronica, da gusto leerla ya que me traslado en tiempo y en espacio muy bien Fernando

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