Iván Cepeda: el futuro de la izquierda, el proceso de paz y Uribe candidato

Iván Cepeda, congresista del Polo Democrático.
La presencia del ex presidente Álvaro Uribe en el escenario electoral, el proceso de paz con las FARC y las apuestas de la izquierda son temas centrales por estos días en la agenda de la izquierda. Así lo expresa el congresista Iván Cepeda, del Polo Democrático, quien habló con ADN.

¿Para dónde va la izquierda?

Espero que se de una decisión oportuna y coherente, una convergencia con los verdes, sin Peñalosa,  los progresistas, Marcha Patriótica, el Polo… que permita  plantear una alternativa a las candidaturas tradicionales. No es facil, pero los peligros que acechan al país son muchos.

¿Cuáles?

Le estamos viendo las orejas al lobo. Que la extrema derecha consolide una bancada ente 15 y 20 senadores y atraiga a otros del nuevo Senado. Es una posibilidad para llevar a cabo un programa que nosotros conocemos: obstruir y acabar con el proceso de paz y sus acuerdos eventuales, provocar una serie de reformas que acaben con los pocos espacios democráticos que han ido quedando de la Constitución del 91 y hacer posible la segunda reelección de Uribe. En otras palabras, darle paso a la idea de refundar la patria, algo a lo que el uribismo no ha renunciado.

¿A qué le teme si el proceso de paz fracasa?

Temería un nuevo Frente Nacional en torno a la seguridad y al proyecto demencial de la guerra.

¿Cómo frenar esa locomotora que viene?

Depende de dos circunstancias fundamentales. Primero, que lleguemos a un proceso de paz suficientemente sólido que le permita dar un giro al país, en el que se inaugure una situación inédita de vivir sin tener que pensar en la violencia. Y la segunda situación es que con madurez, los diferentes sectores de la izquierda confluyan en un escenario post electoral sobre un frente amplio.

¿Qué está haciendo la izquierda por eso?

Se están cicatrizando heridas. Espero que ocurra pronto y así se lo manifesté a los principales líderes. Que no nos llegue a toma r un acuerdo de paz en la situación de una izquierda fragmentada y dispersa. Esa convergencia no es un tema de una conveniencia política meramente. Es un imperativo de congregarnos para un cambio histórico en el país.

¿Cómo analiza los avances en el proceso de paz?

Ha avanzado a un punto comparativamente muy alto con otros procesos anteriores. Pero aún no se ha llegado a un  punto que es fundamental en los procesos de paz en el cual las partes deciden confiar decididamente de manera mutua. Todavía hay muchas prevenciones. Unas tienen fundamento y otras son infundadas. Se desarrollan en un escenario difícil por los tres graves problemas, son tres negociaciones: una en  la mesa, una al interior del Gobierno y otra al interior de la guerrilla, que seguramente no son fáciles. En el caso de la guerrilla tiene una dificultad y es que las consultas no son expeditas.

La segunda gran dificultad es que se negocie en medio del conflicto armado y frente a eso es muy paradójico para la opinión pública dos imágenes contrastantes: unas presionas que llegan a acuerdos y otra de que el conflicto no cede. Que los planes apuntan a intensificarlo, como más presupuesto para la defensa: 23 billones de pesos. ¿Cómo se le explica esto al país y a la guerrilla? Y en la guerrilla se ven acciones militares.

El tercer tema es la de los tiempos electorales. Tiene como correlato el hecho de que el Gobierno se salte los puntos de la agenda y trate de diseñarle a la guerrilla unos escenarios legislativos difíciles de admitir porque no están en un acuerdo. Si se logran resolver el segundo y el tercer punto, se resuelve lo otro.

Después de eso el camino es ir disminuyendo el conflicto, no solo de la guerra sino de las declaraciones. Por ejemplo, que el Ministro de Defensa deje de hablar. Y que Gobierno y guerrilla usen un tono ajustado a un proceso de paz. Asumir a la contraparte con vehemencia. Abandonar un poco el lenguaje ideológico.

¿Y cómo se baja el tono del conflicto?

Con gestos humanitarios, como la liberación del estadounidense. Que se baje el número de bombarderos, que la guerrilla suspenda el minado, que la guerrilla de información  si tiene otras personas en su poder, que se de un tratamiento a los prisioneros que tiene la guerrilla en las cárceles…

Todo esto se le ha propuesto al gobierno y a la guerrilla. Lo que no es coherente es que se aumente el conflicto y se avance en el proceso.

¿Y cómo conjurar la presión de los tiempos electorales?

Es importante un  acuerdo multipartidista sobre la paz. Pase lo que pase, en las elecciones poner el proceso de paz a salvo. No echar por la borda lo que se ha obtenido y lo que se logre con el ELN. Nosotros lo hemos planteado en el Congreso, pero hace falta que los que toman decisiones actúen.

El Gobierno debe entender que el procedimiento en un proceso de paz es fundamental. La forma no es igualmente valiosa que el contenido, sino que la forma lo es todo, como dijo Serpa alguna vez.

Yo esperaría que la izquierda no actúe de manera reactiva sino estratégica. Que no actúe frente a escenarios coyunturales, sino con una visión del país. Si la izquierda logra de manera coherente, coordinada, contribuir decididamente a la transición y a la democracia, en la posguerra va a gobernar. Esa estrategia debe ser la mayor iniciativa política.

El problema es que en este periodo que estamos viviendo se necesita una capacidad de decisión frente a los retos que hay. Esto de esperar hasta el último momento para ver si es posible una convergencia que favorezca de manera más ventajosa los intereses propios es complicado.

Hay que transformar la dinámica política. Que la izquierda tiene un programa y una estrategia y pone a los sectores tradicionales a reaccionar.

¿Cómo ve a Uribe?

Es conveniente que Uribe crea que no es invencible. En el Congreso, Uribe va a tener que enfrentar el debate político y la acción judicial en otras condiciones. Hay que tener el cuero muy duro. Él está acostumbrado a otro tipo de escenario: el del líder, el del caudillo, cuya palabra es irrefutable. El Congreso no es un consejo comunitario.

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