"Tiene que haber punto final a la guerra"; dice el Rector de la Javeriana
El padre Joaquín Sánchez. Foto de Carlos Prieto. |
“Apostarle solamente a un crecimiento económico con
pauperización y miseria no tiene sentido”, dice Joaquín Sánchez, sacerdote
jesuita desde hace 45 años y hoy rector de la Universidad Javeriana.
Precisamente la institución fue reacreditada recientemente
por los altos niveles de calidad en la educación que imparte a 22 mil
estudiantes de 41 programas de pregrado y 120 de posgrado.
Nos sentamos a hablar de los cambios en la universidad, de
la guerra, de la paz, del TLC, de la familia de hoy, de las corridas de toros y
de los retos que se deben asumir.
¿Cuál es el modelo de país al que le apuesta la Universidad
Javeriana?
En la Compañía de Jesús le apostamos a un país mucho más
humano, mucho más justo. De lo contrario estamos equivocando nuestra misión. A
la juventud le recalcamos la responsabilidad social que tiene de hacer esas
transformaciones que nosotros no hicimos. Somos responsables de muchas de las
situaciones que vivimos: corrupción, injusticia... Por eso, un país con altos índices económicos, pero con
altos índices de miseria no puede ser. Y no es socialismo, no es comunismo. Es
una filosofía de vida en la cual tenemos que estar como ciudadanos. Los
muchachos de hoy son mucho más sensibles a esos problemas sociales, porque los
están viviendo, porque los están mirando.
Y frente a la paz y a la guerra, ¿qué?
Por lo menos la posición de la mayoría de jesuitas es que
esto debe tener un punto final. No podemos ver esas tragedias de grandes grupos
de desplazados que han salido de su tierra y quedan en el aire sin que nadie
les resuelva el problema. El gran problema está ligado al narcotráfico. Y no es tan fácil como decir que la vamos a legalizar o a
despenalizar. Hay una intención del Gobierno, y la comparto, de hacer una
alianza internacional que estudie el problema del narcotráfico de manera
global. Globalizado está el problema, globalizadas tienen que estar las
soluciones. Pero la guerra hay que negociarla.
No podemos seguir esperando que maten al 70 por ciento de
guerrilleros para decir que ahí sí ellos sacan la bandera y que ya llegó la
paz. No. La guerrilla tiene una estructura a la que hay que irle buscando el
camino para sentarse a negociar una paz inteligente.
Y la negociación
va a ser más complicada. Estamos negociando también unos ingresos, una forma de
vida que la tienen ellos también a través del narcotráfico. Algunos para
fortalecer la parte de guerra, como las armas, y otros para capitalizar cuando
salgan de la guerra.
En temas como el TLC, ¿qué hará la Javeriana?
Es una apertura necesaria, con todos los inconvenientes que
pueda traer para el mercado nuestro. Tenemos que estar preparando personas no
solamente para resolver el problema del TLC, sino para resolver el de la
internacionalización del país a nivel de mercados, de economía, de
comunicación, de telecomunicaciones, de todo lo que el mundo está ofreciendo.
Tenemos que ver cómo movernos a nivel de las grandes ligas, pero haciendo que
mucha gente disfrute de esos beneficios. Que no se quede en esos grandes capitales concentrados a
nivel mundial, donde nosotros seguimos pobres.
La Javeriana le puso el acelerador a la modernización en
los últimos años. ¿Cómo ha sido ese proceso?
Nosotros hemos querido ponernos al ritmo de los cambios. Y
uno de las ideas que logramos, incluso con la rectoría anterior, fue trabajar
en un componente en el uso de tecnologías para la enseñanza. De ahí viene el
proyecto Ático, único en el país, con calidad de tecnología para atender
procesos de educación y de investigación. Transformamos los programas entrando
en contacto con la sociedad.
¿Cómo era antes?
Se quedaba encerrada en sus aulas, pero el mundo nos dice
permanentemente que la universidad tiene que estar en investigación de punta,
respondiendo a las necesidades sociales y a los cambios tecnológicos. Que pueda
orientar políticas públicas en todos los campos.
¿Cuáles es la gran novedad de Ático?
Es un espacio en el que se puede explorar la tecnología
desde la enseñanza y para el desarrollo científico. Es un proyecto de gran
envergadura, muy imbricado con lo académico, lo científico y con la sociedad.
Tenemos todas las posibilidades de hacer edición, cine, doblajes, grabaciones
de conciertos, en fin, todas las posibilidades que puede tener una universidad
para hacer tecnología al servicio de la enseñanza y del país.
Suena a productora de televisión.
No se hizo para ser una productora ni para ser una empresa
de televisión o radio, o producción de cine. Es la consecuencia natural de un
proceso que llevaba la universidad de muchos años de ser pionera en educación a
distancia, en programas de formación sobre todo de profesores. Ático empezó a
crecer a partir del uso de tecnologías dentro de la universidad, en campos
donde la tecnología de la comunicación se necesita y se emplea cada vez más,
como medicina, ingeniería, arte, comunicación.
¿Cómo ha cambiado el estudiante javeriano en los últimos
veinte años?
Nuestro estudiante de hoy está expuesto a la tecnología.
Hace 30 años, en mi facultad apenas estábamos incursionando en la televisión y
empezábamos a aprender a hacer televisión con una caja de cartón que se movía
como una cámara. Hoy el estudiante puede perfectamente ser camarógrafo con una
microcámara y hacer lo que quiera hasta con un celular. Viene con un uso y
empleo de esos medios. Está muy mediatizado. Y no es tan fácil obtener la
atención de un estudiante en el aula. Está con su celular tratando de ponerle
la menor atención al profesor para poder chatear. Y eso no lo puedes evitar. La
academia tiene que pensar en ese nuevo ser que llega para poder acercarse a él.
Y es precisamente la tecnología la que nos va a ayudar en ese acercamiento.
Todo eso tiene que darse porque si no la educación no se va a transformar.
Es un
momento fascinante, que si nosotros como maestros, como directivos, no logramos
abrir los ojos y también inteligentemente abrir las posibilidades para que la
gente o los muchachos de hoy puedan entrar en ese mundo del conocimiento a
través de la tecnología vamos a tener dificultades. Nos vamos a quedar un poco
solos en las aulas de clase.
¿Cómo ve a la familia de hoy?
Ha cambiado mucho. Mi familia de los años 40 era numerosa y mi mamá estaba criándonos. Fuimos nueve hijos. Y papá era el que trabajaba. Ahora papá y mamá trabajan. Ya no son nueve hijos. Son dos hijos, máximo tres. Eso trae grandes posibilidades porque hay más posibilidad para ingresos. Pero también hay un peligro: la atención que se les presta a los hijos por cuenta de ambos es muy poca. La familia no está tan protegida como debiera. Y el Estado debería hacerlo. A las parejas que tienen hijos debería proporcionarles una ayuda. Que los padres tengan un tiempo para atender a sus hijos.
Así como hay permiso de maternidad y paternidad, debería haber para la formación familiar. Que las parejas casadas con hijos tengan una carga laboral de seis horas y punto. Eso cuesta.
Pero, ¿cuál es el efecto? Pues que “qué pena, yo trabajo hasta las 4 porque tengo dos hijos”. Es tan importante para la sociedad la formación de los hijos y la presencia de los padres, que si no se hace estamos viendo las consecuencias que hoy padece la sociedad: hijos que su familia no tiene nada que ver con ellos. Son educados fuera de casa o pegados a la televisión o a los juegos porque no tienen ninguna posibilidad de interactuar con sus padres.
A usted le gusta la fiesta brava, ¿qué piensa de las críticas a la tauromaquia?
Las respeto mucho. En la fiesta brava confluyen muchos aspectos y no solo es ir a ver cómo matan a un animal en una plaza. Pero a veces se produce maltrato. La pueden acabar porque cada día hay más enemigos de la muerte del toro. La época en la que se criaron los que hoy la critican es aquella en la que los animales se personalizaron. Walt Disney ayudó a que los patos y los conejos hablaran. Entonces el torito tiene que ser un amigo y esa generación difícilmente aceptará el maltrato de un animal.
La fiesta es algo que nos va a quedar gustando a muy pocos. Habrá que transformarla.
Cómo se ha sentido en este cargo?
Este es un
oficio que uno hace, trabaja en él más por una vocación de servicio, que es una
realidad en nuestro trabajo. A nosotros nos preparan para servir en donde sea
necesario y donde más podernos ayudar. Los jesuitas tenemos una ventaja. Para
muchos de ustedes es una degradación. El rector anterior está de profesor de
filosofía, porque él es un gran profesor de filosofía y es el director de un
programa. Y hace tres años, cuatro años era el rector de la Universidad. El
anterior al padre Remolina, el padre Arango, es rector de un colegio en
Pasto.
Nosotros estamos dispuestos a prestar el servicio donde
podamos y donde lo necesiten. Con una cualidad: alegría, entrega, generosidad
por cuanto podamos hacer.
En este cargo
uno está rodeado de rutinas. Donde a veces las rutinas son extrañas para Joaco
Sánchez, porque ustedes que me conocieron a mi soy una persona muy cercana a
los jóvenes a los profesores. En la facultad tenía mucha más cercanía. En la
Rectoría es mucho más distante. Uno está mucho más solo si se quiere. Y uno es más un personaje.
Está uno más rodeado de un halo de personalidad que de realidad. Y me río de eso. Cuando la gente me admira un poco, entre
comillas, por el cargo de rector.
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