'Todos debemos pedir perdón': Álvaro Leyva
Álvaro Leyva Durán, ex constituyente. |
Álvaro Leyva lleva algo más que 30 años lidiando con el tema
de los diálogos de paz, desde los tiempos de Belisario Betancur.
Conservador de origen y partido tiene detractores y
seguidores sobre sus posiciones. Pero sin duda ha estado muy cerca en lo que
significa sentarse a negociar. Por supuesto, está al tanto de lo que pasa en
los diálogos de La Habana entre los delegados del Gobierno y de las Farc.
En entrevista para ADN diagnosticó que al proceso de paz le faltan tres años, invitó a que todos los sectores pidan perdón por 80
años de violencia, planteó la necesidad imperiosa de abrir los archivos secretos y lo indudable que resultará que a Álvaro Uribe lo tengan en cuenta.
¿Cuál es el sentido de tener una Comisión Histórica que
escarbe lo que ha pasado aquí?
La historia no se conoce. Y la historia que se ha escrito es
parcializada. El conservador quiere escribirla contra liberales, el liberal
contra el conservador, el de izquierda contra los partidos tradicionales y la
clase dirigente.
¿Qué implicaciones tiene esa nueva historia?
Desde 1923 no se tiene acceso a las actas de los consejos de
ministros porque está prohibido por ley. Todos los archivos de seguridad
nacional están cerrados. Nadie recuerda cuál fue el organismo de inteligencia
antes del Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC). Nadie sabe en dónde están
sus archivos del SIC. No se sabe qué sucedió después del 9 de abril en el
consejo de ministros.
Y una vez se tenga ese arqueo histórico, ¿qué debería
suceder?
Yo creo que en Colombia todo el mundo tiene que pedir
perdón. El Partido Conservador, el Partido Liberal, la Iglesia oficialista, la
izquierda, los grupos guerrilleros, los paramilitares, los gremios, los medios
de comunicación. Mientras eso no ocurra no va a haber paz. Yo lo digo como
conservador y vamos a tener que pedir perdón. Estoy dispuesto a hacerlo y
quiero invitar a la colectividad para que reflexione y proceda a pedir perdón
conjuntamente como todos los demás.
¿Y todo eso en 4 meses?
Claro que no. Eso es una tontería. Pero a los dos meses la
gente va a tener que aterrizar cuando comiencen a salir cosas a flote, pues yo
creo que todo el país va a tener qué pensar que es urgente que se amplíe el
término.
Hay la sensación de que la firma del acuerdo con la paz está
cerca.
El Gobierno ha vendido esa tesis. El proceso se demora por
lo menos de dos años y medio a tres años. Eso sí póngale la firma. Es imposible llegar a una
culminación de manera sensata, inteligente y que le sirva al país antes de ese
tiempo.
¿Es viable una justicia transicional en el caso colombiano?
Es imposible porque
aquí no hay transición. La justicia transicional ha opera sobre cuatro
puntos específicos y ninguno de los tipos de transición caben en el caso
colombiano: lo que pasó con Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, lo que
pasó en Suráfrica, en el Cono Sur y la caída del régimen comunista. Ahí hubo transición
porque la justicia la aplica un nuevo régimen. Es una transición frente a un
antiguo régimen. Aquí el régimen no varía. Aquí lo que va a haber es una transición
de la guerra a la paz, pero hay un pie de igualdad en la mesa de
conversaciones. Hay un acuerdo que es el Acuerdo General para la terminación
del conflicto firmado por los
plenipotenciarios el 26 de agosto del 2006. Y se llegó a la conclusión de que
están allí porque son partes iguales,
que no hay ni vencedores ni vencidos y que la agenda que hay allí es la que hay
que atender. Todo esto de la justicia
transicional, que está calcada de unas tesis de derecho penal alemán, del marco
jurídico para la paz está por fuera de la agenda. De tal manera que el
verdadero marco jurídico para la paz, que es la agenda, no contempla esas
soluciones, pues no creo que se vaya a incluir como solución definitiva para
lograr la paz.
¿A qué va a llegar entonces la justicia?
Se llegará a la conclusión de que la responsabilidad es colectiva.
No se trata de un proceso de un día para otro, sino dentro de unas reglas del
juego nuevas la sociedad va reconciliándose, se va rehaciendo. Por eso es tan
importante la fórmula de la Constituyente. En estos días vemos la forma como
está funcionado la Fiscalía en el caso del hacker, hay problemas con los
jueces, con la reforma a la Justicia, con los regímenes de incompatibilidades.
Hay una gran crisis en la justicia. Uno no puede llamar a una justicia en
crisis para que aplique soluciones en un proceso de paz de la envergadura del
colombiano. Parte del éxito del proceso es la revisión de la justicia, una
justicia de verdad para el postconflicto.
¿Cree usted que las partes están dispuestas a que de verdad
el proceso no quede pegado con babas?
En todo proceso siempre existe la sensación de yo Tarzán y
tu Chita. Pero en la medida en que se va avanzando se van dando cuenta que la
necesidad de Colombia es una sola y que es alrededor de esa necesidad que hay
que deponer las diferencias. Esto parece un poco teórico y baladí, pero no. He
visto que se ha avanzado en ciertos temas. Pero lo que pasa es que no se han completado. Hay que reabrir el punto uno sobre tierras
porque quedaron unos temas por fuera. Hay que reabrir el punto de participación
política. En el primer punto de la tierra está todo lo que tiene que ver con el
reordenamiento territorial. En el punto
del narcotráfico también hay unos temas por incluir. Y todos los demás están en
veremos. Aquí lo que tenemos que hacer es sentar cabeza, convencernos de que
esto va a durar dos años y medio o más. Y comenzar a tocar tema por tema de tal
forma que, respetando el estado social de derecho, se pueda aproximar a las
reformas de lo que se llama la estructura del Estado, dentro de un margen de
mayor justicia, distribución del ingreso y aterrizando la política del Gobierno
para sacarla de ese pulso entre Álvaro Uribe-Santos. Y más bien congregando a
todo el mundo y formulando una política de Estado.
¿Hay voluntad del Gobierno para que la comisión de
historiadores haga su trabajo bien?
Inicialmente la consideraron un obstáculo y naturalmente
cercenaron muchas cosas de la propuesta original. Por ejemplo, la redujeron de
seis meses prorrogables a seis meses más, a cuatro meses. Pero es que a veces
se arrancan unos procesos que realmente tienen que irse modificando durante su
desarrollo. Y aquí va a ser absolutamente indispensable abrir el compás. O sino
no se va a llegar a la verdad, que es una verdad que toca con las víctimas.
Porque aquí se recuerdan las víctimas de las últimas décadas, pero este es un
país de víctimas. Son ochenta años de muertes, de desplazamientos, porque no
solamente los muertos son las víctimas. Ya en la misión Kerry, en los 50, se
advertía que había que crear en Bogotá unos barrios para recibir los
desplazados. Así nace el barrio Quiroga. Entonces esto es muy largo y que las
consecuencias han sido tremendas y se modificó la cultura del respeto y se
volcó hacia una cultura de la violencia. Así que el proceso de paz con las Farc
deja de ser el proceso de paz con los bandidos de las Farc, como diría el
presidente Uribe, para ser un proceso de revisión de todo lo que ha acontecido
en Colombia para así lograr una paz duradera a partir de La Habana. Porque La
Habana es el trampolín fundamental para llegar
a lo que se está buscando.
Es un tema de todos.
Claro. Por eso hay que meter a todo el mundo. Si uno se lee
despacio y con cuidado el acuerdo
general se invita a todo el mundo, otra cosa es que hasta el Gobierno considere
que en el momento no es oportuno, pero va a llegar un momento en que eso no lo
ataja nadie, porque cuando comience a verse la realidad de la historia de
Colombia, los gremios van a tener que estar presentes. También los medios de
comunicación como parte del conflicto, ya no solamente como transmisores de
noticias, porque ellos tienen una responsabilidad desde la época de La
Violencia. No es si no ver las noticias, los titulares de los años 30, 40, 50 y
se ve un forcejeo liberal-conservador porque la prensa en esa época era la
auténtica expresión de los partidos políticos. En eso estamos todos metidos.
La sensación es que el país no huele a paz…
Desde un comienzo por la forma como se presenta la
agenda y se maneja la noticia se constituye en una paz oficialista, del
gobierno del señor Santos, porque era un instrumento frente a un escenario
político en el que la contraparte era el presidente Uribe. Entonces se
convierte en la bandera de la paz contra Uribe. Y eso vicia el proceso. Y
obviamente sobreviene el proceso electoral. Y terminamos confundiendo la
elección entre dos hombres que van a la segunda vuelta con la escogencia entre
la paz y la guerra. Entonces al país lo alejan de una realidad que es
precisamente de que la paz es con todos y para todos. Ahí hubo un vicio al
inicio, pero ya en esta segunda época del
presidente Santos el primero que va a tener que revaluar absolutamente
todo va a tener que ser él.
¿Cuándo entrará Uribe al proceso de paz?
Tiene que hacerlo porque hace parte de la sociedad
colombiana y tiene una representación fundamental. Él no es enemigo de la paz,
sino de la forma como lo hace Santos. La polarización implica eso, que no se
pueda aceptar nada del otro. Lo primero que hay que hacer es invitarlo a que se
entere y atender sus observaciones porque, y eso lo dicen los especialistas,
todo el mundo tiene un poquito de razón. El
diálogo no es para someter a las Farc, sino para escuchar y construir
conjuntamente con el adversario. Obviamente el Gobierno, lleno de pudor,
resuelve no aceptar que eso es así. Pero la verdad es que esto tiene que
avanzar sobre la base de que las partes en La Habana y sobre el Acuerdo General
son iguales, que no hay ni vencedor ni vencido y que los puntos que hay que
desarrollar ya están establecidos. Por eso, todo lo que esté por fuera de allí
es inocuo.
¿Le teme el gobierno al término armisticio?
El alto al fuego se confunde con la firma de la paz. No se
necesita un alto al fuego en los términos del cese de hostilidades porque
quiere decir que seguiremos peleando hasta el día en que se firme. La verdad es
que la demora de tres años implica necesariamente entrar a aplicar un cese de
hostilidades para no seguirnos matando. Se llama armisticio porque en la norma
jurídica el armisticio se aplica cuando ya se sabe que se va a llegar a la
firma de la paz, pero hay que aplicarlo antes de la firma, precisamente para
evitar los muertos desde hoy hasta el día de la firma. De tal manera que decir
que el cese se da con la firma es desconocer que este proceso necesita de un
armisticio.
¿Qué va a pasar con los guerrilleros y con los soldados
producto de la reducción del pie de fuerza?
Se dice que son 8.000 los de las Farc. Si es así, para qué
medio millón de hombres en las Fuerzas Armadas y para qué insistir en que hay
que fortalecerlas. La gente no se da cuenta que esos volúmenes de hombres a la
vez es una estrategia de empleo. Es decir, si usted suelta 100 mil hombres hoy,
el desempleo vuelve a los dos dígitos. La verdad es que la normalización no
resiste un cuerpo de esa naturaleza, porque habría que regresar a la naturaleza
de las Fuerzas Militares que es la defensa de las fronteras. Normalizar implica llamar a calificar
servicios a un poco de gente y eso hace parte de la política postconflicto y
hay que generar mucho empleo. Respecto de las Farc la palabra desmovilización no
aparece en el acuerdo. Se habla de reinserción de las Farc en lo económico, en lo político y lo social de
acuerdo a sus intereses. Porque desmovilización es usted quietico allí.
Mientras que el concepto que está en el acuerdo es otro. Lo que hay que
plantear es una política. Eso es lo que el Gobierno ha mantenido en secreto y
por eso rechazo esa ola mediática que da la sensación de que se van a
desmovilizar. Una cosa es el desarme y otra la dejación. Yo creo que las Farc no van a ir más allá de
lo que dice el acuerdo y las bondades a su favor no las van a desconocer. Al país hay que enseñarle que hay un acuerdo
general para la solución del conflicto, que es el verdadero marco jurídico e ir
preparando al país a través de los medios, en lugar de ir dando noticias falsa,
señalándole los caminos para que vaya conociendo que el proceso no es como lo
van pintando hoy.
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