Luis Gilberto Murillo: ‘América Latina tiene que superar las secuelas de la Colonia'
Esta entrevista fue publicada en la revista AL DÍA, de Filadelfia (Estados Unidos) y en www.aldianews, el 27 de octubre del 2021.
El 18 de febrero, António Guterres, secretario general de la ONU, advirtió que “el mundo está incumpliendo sus compromisos de limitar los daños ambientales”, al indicar que el cambio climático, la contaminación la pérdida de biodiversidad representan una seria amenaza para la humanidad.
No pareciera nada distinto de lo que se escucha insistentemente desde hace años, pero desde distintos sectores piensan salidas efectivas a ese panorama. En uno de esos proyectos está Luis Gilberto Murillo, primer afrocolombiano que hace parte del equipo de la Iniciativa de Soluciones Ambientales del programa Martin Luther King del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Como parte de un grupo de investigadores está concentrado en un proyecto que busca entender y ayudar a resolver las condiciones de vida las comunidades negras en el continente, cuáles han sido sus aportes a favor del medio ambiente y cómo se pueden conectar para ayudarle al planeta a mitigar la crisis ambiental.
Murillo llegó a Estados
Unidos hace poco más de 20 años, no precisamente por la crisis ambiental, sino
por la guerra en su país. Desde entonces, cumple una intensa agenda en Estados
Unidos para llamar la atención sobre la crítica situación de las comunidades
afro en Colombia y lograr respaldos políticos y financieros para que tengan mejores
condiciones de vida. En Colombia la población afroamericana suma casi diez
millones y buena parte vive en regiones históricamente abandonadas por el
Estado y a expensas de la presión de grupos armados en las diversas violencias
del conflicto colombiano.
Hoy está en Washington, a
donde regresó después de permanecer casi seis años en Colombia como gobernador
y luego como ministro. A Estados Unidos llegó por primera vez en el 2000
después de ser víctima de secuestro por un grupo paramilitar de extrema
derecha. Aquí se concentró en contar lo que pasaba en Colombia, y específicamente
a las comunidades negras. Recorrió varias ciudades y logró contacto, entre
otras personalidades, con el reverendo Jesse Jackson, de quien recibió el
respaldo y los consejos para lograr sus propósitos como defensor de derechos
humanos.
Ahora atiende esos dos
frentes: los derechos humanos de su gente y la crisis ambiental del continente.
AL DÍA NEWS habló con él para conocer el proyecto que adelanta en el MIT, de
los alcances que tiene, de las esperanzas para la región y de las relaciones de
Estados Unidos y América Latina.
¿Cuál es su labor en la
Iniciativa de Soluciones Ambientales?
La
Iniciativa convoca a los distintos departamentos del MIT para producir,
trabajar, crear e innovar soluciones para retos ambientales. Allí hago
investigación sobre la intersección entre política ambiental y climática y
mejoramiento de las condiciones de vida de poblaciones étnicas en las Américas,
y cómo impacta temas de paz y seguridad. En el caso particular, de poblaciones
afrodescendientes.
¿A
qué conclusiones han llegado?
Desarrollamos
varias investigaciones para establecer logros y desafíos de titulación
colectiva de territorios a comunidades afrodescendientes en las Américas. En el
caso de Colombia, cómo estos territorios, donde hay presencia de estas
comunidades, tienen un muy buen desempeño ambiental: previenen la pérdida de
biodiversidad, que es una de las grandes crisis de América Latina. Pero a estas
comunidades no se les reconoce esa contribución. Hemos mirado qué modelos
aplican y cómo pueden tener mecanismos que generen intercambios para que puedan
ser compensadas con certificados de carbono. Estamos mirando cómo sería viable
en los Estados Unidos crear un impuesto al carbono nacional y transferir
recursos a comunidades en desventaja, como las comunidades latinas y las afroamericanas,
las más impactadas por polución, eventos extremos del clima y cambio climático.
¿Qué
puntos en común han encontrado a lo largo del continente?
Con
un equipo creamos el concepto ‘Cinturón natural afrodescendiente de las
Américas’. Lo hemos concebido como el cordón donde está la herradura
afrodescendiente: parte del nordeste del Brasil, pasa por Surinam, Guyana,
Venezuela, viene del norte de Perú, Ecuador, Colombia en su parte costera, se
unen en Panamá, suben por la parte continental e insular del Caribe y coge el
sur de los Estados Unidos. Ahí hay una relación muy particular y armónica entre
esas comunidades y su entorno natural, muy rico en biodiversidad. Por ejemplo,
la relación de las comunidades costeras de Luisiana, las pescadoras y las que
viven en el sistema de humedales, es muy similar a la que tienen las
comunidades de Sispatá, en la región de Córdoba en Colombia. Estamos mirando
esos modelos y poniéndole mucho dato con miras a que a estas comunidades se les
pueda dotar con tecnología apropiada. Diseñamos ese concepto y ahora vamos a
implementar el proyecto ‘Equidad ambiental y justicia racial en la Amazonía y
en el cinturón natural afrodescendiente en las Américas’, porque hay serios
problemas de equidad. Son estrategias de trabajo local, pero también de poder
incidir en formuladores de política pública, a nivel regional y a nivel global.
En
ese sentido, ¿cómo trasciende en la práctica lo que están haciendo?
Por
ejemplo, por primera vez en el marco de una cumbre climática, la COP26 que se
va a realizar en Glasgow, estamos convocando con el MIT y con el congresista
Gregory Meeks y otras organizaciones, un diálogo de líderes y lideresas que
trabajan estos temas sobre población afrodescendiente y cambio climático. Se va
a crear el Foro Afrointeramericano de Cambio Climático, donde líderes locales,
innovadores comunitarios, científicos, formuladores de política pública y
empresarios cada año se van a sentar a dialogar y a definir acciones y estrategias
desde las perspectivas de estas comunidades.
En
su caso, ¿cuál es el sentir de la labor que cumple este proyecto del MIT?
Estoy
muy contento porque ese tema se puso en la agenda, la Iniciativa de Solución
Ambiental ya tiene un proyecto específico y va a quedar una plataforma para
amplificar la voz de estas comunidades en la discusión climática. Lo más
interesante es que su vida, la de las comunidades afro e indígenas, depende del
territorio y la de nosotros de esa dependencia del territorio y estas comunidades.
Ese papel de las comunidades en América Latina y también en los Estados Unidos
no es conocido. Son comunidades invisibles y realmente son centrales para
cualquier solución que se quiera dar. Es un reto ambicioso y tenemos dos años
más de trabajo. Y lo otro es que no necesariamente las soluciones tienen que
ser tecnológicas. Tenemos mucho que desaprender de cómo hemos tenido un mal
comportamiento en la relación con la naturaleza y el consumismo de nuestra
sociedad. Y mucho que aprender de comunidades indígenas y afrodescendientes que
están en estos ecosistemas. Ahí hay todo un diálogo de saberes, que es también lo
que queremos promover desde MIT.
Cuando
fue ministro de Ambiente en Colombia, ¿qué le impacto más del contacto con las
comunidades?
Lo
que me llamó la atención, y eso aplica para América Latina, es que con toda esa
diversidad cultural y natural nuestro país no ha basado su desarrollo en esos
activos. América Latina es la región que tiene el 50 por ciento de la
diversidad del mundo, pero no ha aprovechado eso para catapultarse, porque
estamos muy pendientes de copiar modelos, no de transitar nuestro propio camino
y de innovar. También me llamó mucho la atención que los problemas de estas
comunidades y sus demandas eran muy similares. La gente quería tener definido
su derecho a la tierra, que les respetaran sus formas de producción, que los
escucharan y que les resolvieran problemas básicos como los de educación,
salud, vivienda y de agua potable.
¿Cuál
es el reto ambiental más difícil de resolver para América Latina?
Todavía
estamos destruyendo activos naturales con el entendimiento de que eso genera
riqueza. Y obviamente, si se destruyen los activos, se destruyen los medios
para poder crear riqueza. Las mayores emisiones de gases efecto invernadero
están asociadas al cambio de uso del suelo y a deforestación. Un primer gran
desafío es controlar el deterioro de los ecosistemas. El segundo es cómo
garantizar el acceso a la tierra de las comunidades que sí pueden proteger esos
activos. Y el otro tiene que ver con la pobreza y exclusión de mucha gente, que
es lo que las empuja a generar ese cambio de uso de suelo y la deforestación,
porque detrás de eso vienen unos circuitos de especulación.
¿Cómo se siente América
Latina desde Estados Unidos?
América Latina siempre cobra
importancia por el papel de la comunidad latina en el contexto político del
país. En el gobierno de Biden ha aumentado mucho la participación de líderes
públicos afrodescendientes y muchísimo más la participación de líderes latinos
que no se veían en puestos de tanta importancia. Sin embargo, la política hacia
América Latina, que no era tema central en la administración de Trump, hoy se
ha concentrado casi exclusivamente en los asuntos de inmigración y está dejando
de lado una serie de dimensiones importantes en las que debería colaborar con
la región. Está, entonces, la paradoja de mayor representación latina, pero, al
mismo tiempo, América Latina en su conjunto no es un bloque de alta prioridad
para la política exterior del país.
Hay
una grave crisis política, social, económica en la región. ¿Cómo se puede
enderezar el camino?
América Latina tiene que volver a la autenticidad de sus soluciones, porque se dejó importar soluciones que no se adaptan a nuestro contexto. Por otro lado, tiene que superar las secuelas de la Colonia. América Latina no se ha decolonizado, todavía es una región muy jerárquica, en términos de clase socioeconómica, de raza, etnia, apellido, región, que es absurdo en el siglo XXI. Eso no deja que pueda destrabar su potencial. Hasta que eso no cambie va a ser muy difícil. Eso requiere de liderazgo con propósito de hacerlo y no vemos mucho esa intención, sobre todo en una región que sigue siendo muy dominada por los mismos y por un establecimiento elitista. Eso requiere también de mucho rigor técnico que se plasme en políticas públicas. Y tiene que darle espacio en sus arreglos institucionales a muchas poblaciones y sectores a los que no les ha dado espacio. Y en este caso las poblaciones afrodescendientes e indígenas.
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