Gardeazábal volvió a la carga en el 2004, hace 20 años

Esta entrevista que le hice a Gustavo Álvarez Gardeazábal se publicó el 22 de agosto de 2004 en Lecturas Dominicales de EL TIEMPO bajo el título "Álvarez Gardeazábal vuelve a la carga". Para entonces yo era editor de eltiempo.com. Han pasado 20 años. Muchas de sus respuestas están vigentes, otras cosas han cambiado. 
Gardeazábal incursionó después con éxito en la radio, en 'La Luciérnaga', y aumentó su audiencia entre personas influyentes que lo buscan para recibir un consejo acertado, propio de quien tiene un olfato bestial. Tuvimos el privilegio de tenerlo como columnista diario de ADN por varios años. Y no ha dejado de escribir novelas y comentarios diarios. La huella de Gardeazábal es un patrimonio para Tuluá, para el Valle del Cauca y para Colombia en la literatura y en el análisis sin tapujos de lo que nos ha ocurrido como sociedad.

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El niño Gustavo tuvo su primer presentimiento el 31 de octubre de 1948, día de su tercer cumpleaños, cuando vio bajar de un campero a su abuelo, el librero de Tuluá. Traía un carrielito paisa que siempre supo que era para él.

Cincuenta y seis años después, cuenta con pesar que a los tres meses murió el viejo Marcial. “Veo todavía bajándose del yip de mi padre y yo, como siempre, asomado a la ventana de la casa que daba al río Tuluá, vibré de felicidad porque sabía que ese carriel era para mí”, dice Gustavo Álvarez Gardeazábal con un sentimiento que salta a la vista al responder esta entrevista desde la finca materna "El Porce" , en el corazón del Valle, donde piensa y alimenta su rebeldía.

Como siempre, Gardeazábal -como le dicen en Tuluá- dio declaraciones explosivas y vuelve a colocarse en la memoria de los colombianos, divididos entre malquerientes y admiradores de su carácter, sus escritos y sus palabras. No sobra decir que odia a los gringos, le apuesta a la legalización de la droga y prefiere a los hombres. Y es un libre pensador. “Cuando muera me enterrarán de pie en el cementerio Libre de Circasia”, dice.

¿Por qué ya no cree que Álvaro Uribe sea el Napoleón que esperaba Colombia?

Lo que pasa es que Uribe ha resultado ser una variable napoleónica que le puede hacer mucho más daño que bien al país. Hoy tenemos un país que va por una ruta y una constitución, unas normas y un gobierno que va por otro lado, casi en contravía.

¿Cómo califica su estilo de gobernar?

Profundamente montañero, por eso es que al país le gusta. Cree que gobernar es mandar y que mandar es estar en todas partes.

¿En qué orilla está sobre la negociación con los paramilitares?.

Es la gran posibilidad que tiene el país de encontrar una fórmula de acabar con la guerra negociando la paz. Uribe es el único que puede negociar con los paracos y obtener un resultado que les sirva a todos los demás alzados en armas. El que en algunas actitudes ideológicas coincida con las de ellos facilita la negociación. Además, solo alguien que ha tenido durante los últimos años, como el Presidente, fincas en territorios dominados por los "paracos" puede saber cómo piensan, qué buscan y cómo llegar a negociar con ellos. Pero me lleno de esperanza porque si esa negociación resulta completa y se hace a lo colombiano, sin temor a los gringos y sin la amenaza de la extradición, se puede aplicar inmediatamente de manera idéntica para las guerrillas.

En caso de pasar la reelección, ¿a quién apoyaría?

Si Uribe consigue una paz real y estable con los "paras" , creo que todos los colombianos, empezando por los llamados izquierdistas y terminando en el librepensador de Álvarez Gardeazábal, votaríamos por él.

Por su respuesta, no parece que fuera visceralmente antiuribista. ¿Qué le reconoce al Presidente?

He sido amigo personal de Uribe por casi 25 años y él, pese a mis virulentas críticas, ha sido infinitamente respetuoso conmigo y con mis ideas. No creo que sea tan malo como lo pintan sus enemigos ni tan bueno como lo tratan de imponer sus fanáticos.

¿Todavía cree que sólo Alí Babá puede gobernar a Colombia?

Cuando uno ve vender y comprar toallitas, cuando ve cómo se consigue que hasta el gobierno de Estados Unidos avale la compra de un avión inconveniente y peligroso, cuando uno ve cómo renuevan los contratos de concesión petrolera hasta que se agoten los pozos y se siente mejor gobernado que en muchas décadas, no me cabe la menor duda de que acerté al decirla.

¿Qué efecto tuvo el narcotráfico sobre Tuluá y cómo convivió con él cuando fue alcalde?

Todos los efectos que se puedan imaginar, positivos y negativos, y no han dejado de ejercerse. La diferencia de Tuluá con otras ciudades es que no se dejó amilanar por la plata maldita ni amedrentar por la moral hipócrita de los oligarcas bogotanos ni mucho menos por el temor a los gringos periqueros. Alcanzó un clima de comprensión del fenómeno que le sirvió para frenar desmanes y para obligar a inversiones sociales que hoy apenas se están midiendo en cuanto cambiaron para bien a Tuluá.

Ha dicho que el narcotráfico revolucionó al país, ¿en qué?

El cambio radical de valores; el descubrir que había infinidad de elementos que no podíamos adquirir por pobres, puesto que nunca habíamos visto la plata junta; la modificación de la estructura de propiedad de la tierra. Pero una muy especial, el de habernos permitido una disculpa para seguirnos matando en otra guerra estúpida como la que estamos viviendo financiada por los consumidores de coca del mundo.

¿Aspiró alguna vez llegar a Presidente o su vida en la política terminaba en la Gobernación del Valle?

Nunca tuve tiempo de aspirar a ser presidente porque apenas llegué a ser gobernador. Pero la camarilla serpista, que urdió mi derrocamiento y consiguió que me inhabilitaran jurídicamente para volver a ser elegido en lo que me resta de vida, sí parece que tenía mucho miedo de que me lanzara.

¿Cómo le ganaron Apolinar Salcedo y Angelino Garzón las elecciones a la tradicional clase política caleña y vallecaucana?

Por la misma razón por la que yo gané. El pueblo reacciona contra los señores feudales minoritarios y sus métodos excluyentes. Los 700 mil vallecaucanos que votaron por mí sabían que yo era marica, que no era socio del exclusivo Club Colombia de Cali y que no me daba miedo llamar periqueros a los gringos que todo el día pagan por meter cocaína y cada que se arrepienten de su vicio pagan por mandar fumigar los campos colombianos. Los que votaron por Polo sabían que era un negro ciego y los que votaron por Angelino sabían que votaban por un sindicalista al que los ricos se habían tenido que mamar.

¿Cómo se manifiesta el feudalismo en el Valle?

El mejor ejemplo es el gueto en que convirtieron las dos terceras partes de Cali, marginando a más de millón y medio de habitantes en Aguablanca y al no dejarlos pasar la avenida Simón Bolívar y a no dejarlos entrar nunca a los centros comerciales de Chipichape o Unicentro. A mantenerlos aislados como cuando tenían esclavos.

¿El Valle perdió liderazgo nacional?

Más que eso, no solo perdió liderazgo, perdió posición y sobre todo perdió la oportunidad de modificar radicalmente sus estructuras donde hubiese sido capaz de usar la plata de los narcos para hacer obras redentoras y estructuras productivas.

Como escritor, ¿qué huella le dejó perder la libertad?

El más fuerte de los convencimientos de que las letras no rompen las cadenas de la infamia.

¿Por qué Cóndores no entierran todos los días nunca fue traducida?

No lo sé con certeza, pero siempre he pensado que se deba a que, como nunca he tenido agente literario y no he hecho parte ni de roscas marxistas ni de roscas gay ni de ninguna de esas estructuras que catapultan escritores y como además nunca he salido de la provincia ni he vivido en Bogotá ni me exilié jamás, mis obras apenas han sido lecturas de universidades y estudiosos de otros países, pero no más.

¿Qué proyectos literarios están en camino?

Ninguno. Me fue tan mal con los editores de toda la vida que he quedado como gato escaldado. Siempre fui escritor de Plaza y Janés y cuando Random House y Mondadori se fusionaron publiqué con Grijalbo-Mondadori porque Plaza se agotó en la sumatoria. Hasta ahí llegué... Me mató la fusión! Los escritores de una editorial pequeña, amable y sensata como era Plaza, pasamos a ser pulgarcitos menos preciables de un monstruo que ni siquiera sabe quiénes somos ni qué hemos hecho en 35 años de oficio.
Se rebeló contra su casa, contra los curas, contra la universidad, contra la sociedad, contra todo... 

¿Hasta cuándo será rebelde?

Hasta el día en que me lleven al Cementerio Libre de Circasia. Será mi último acto de rebeldía contra una sociedad apabullante, contra un orden establecido por quienes creen que el poder les da la verdad revelada.

¿Cuántas veces han intentado matarlo?

Que sepa, tres veces, y en todas alguien me ha avisado y he podido terminar dialogando, no solo con los sicarios a quienes habían contratado para matarme, sino con quien los contrató. Con uno de ellos conservo una amistad que no muere y nos hablamos a cada rato.

¿Por qué nunca escogió el exilio?

Porque me siento verracamente colombiano y soy un ser afincado a mi verde, a mi terruño, al olor de mi gente..., no sería capaz de trasplantarme.

¿Ha pensado en el suicidio?

Cada vez pienso más en él como solución a vejez y pobreza.

¿A quién le va a dejar su herencia?

¿Cuál herencia? Entre la cárcel, las persecuciones y la política perdí lo que había heredado. Entre los muchachos, los libros, los gansos y las ayudas a muchos que lo han necesitado me gasté lo que tenía. Vivo arrimado en la finca materna a orillas del Cauca, sobrevivo con trabajitos esporádicos de consultoría o con conferencias que cada vez son menos y pagan menos.

Además de escribir y preparar conferencias, ¿le mete la mano a la tierra?

Estaba cultivando cebolla y me fue como a perro en procesión. Por una botella de leche solo pagan 320 pesos y un empleado cobra 14 mil diarios..., a veces saco una mesa a la carretera para vender "plátanos de plan" los fines de semana.

¿Desde cuándo empezó a explorar sus apetencias sexuales?

Nunca me pareció significativo recordar esos momentos.

¿Qué envidia de las mujeres?

La capacidad de aparentar ser brutas para conseguir lo que quieren.

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