Los desafíos de buscar el cambio y la resistencia vergonzosa de la derecha

A dos años de la posesión del presidente Gustavo Petro, el primer mandatario con orígenes en la izquierda colombiana, es agridulce. Agrio para la oposición que ha tomado el camino irresponsable de la mentira para resistirse a la reformas estructurales. Y dulce para las comunidades habitualmente excluidas que hoy tienen al Estado más cercano, cómplice en la solución de sus necesidades y comprometido con sus causas.

Muchas de las acciones del Gobierno del Cambio han sido efectivas en la periferia, en el país ignorado por otros gobiernos. Lejos del centro, desde donde siempre se gobernó. a distancia. En la lista están la titulación y la entrega de tierras a las familias campesinas, la reducción de la pobreza monetaria extrema y la inclusión de jóvenes en la educación superior sin gratuidad. 

A esto debe sumarse la reforma pensional, que reivindica a unos tres millones de adultos mayores que no alcanzaron a pensionarse y que ahora podrán tener un ingreso por años de trabajo. La misma reforma que les permitirá a las mujeres tener a favor unas semanas adicionales por ser mamá y haber dedicado años de su vida a la crianza.

Pero eso no lo quiere ver la derecha, mal representada por personajes de poquísima batería intelectual como Miguel Uribe Turbay, Francisco Santos, Vicky Dávila y un remedo de periodista como Diego Santos. Hay otros como José Félix Lafaurie, con profundidad en su formación y con el carácter y la personalidad para hacer parte de la mesa del Gobierno en la negociación con el Ejército de Liberación Nacional y aliado en el  camino de una reforma agraria que tenga en sectores terratenientes aliados para lograr el equilibrio en la propiedad y la producción rural. 

La derecha ha tenido la ceguera histórica y política de apoyar el genocidio israelí contra los palestinos arrinconados en la Franja de Gaza y de criticar la decisión del gobierno de Petro de romper relaciones con Israel. Seguramente, si esta derecha estuviera en la Alemania nazi habría apoyado a Hitler y negado el Holocausto.

El giro a la política exterior

A propósito de la política exterior del gobierno de Petro, está claro el viraje hacia el multilateralismo y a una visión de paz, de defensa de los derechos humanos, de respeto por la soberanía y de la urgencia de medidas ante la crisis climática. Colombia ha asumido el liderazgo internacional en estos asuntos, sin recostarse en ningún país del Norte Global, como sí ocurrió en otros tiempos. Una muestra de ello es la posición frente a la fracasada política antidrogas que ha dejado miles de muertos y un inmenso grado de corrupción por cuenta de las mafias del narcotráfico. O la propuesta del Presidente de canje de deuda por acción climática.

En el balance también hace parte la efectiva y franca relación con Estados Unidos, con muchos temas comunes y otros sobre los que se han logrado acercamientos, como ese del narcotráfico, y una comunicación fluida y de tú a tú. El arquitecto de esa estrategia es Luis Gilberto Murillo, por año y medio embajador en Washington y ahora canciller. Ha tenido que afrontar varios desafíos, como lo ocurrido en Gaza, la actual crisis en Venezuela, los problemas migratorios y el liderazgo de Colombia, que hoy preside pro tempore 12 organizaciones multilaterales en la región. Es un ejemplo de gestión diplomática de primer nivel. Incluso, ha puesto en marcha la cercanía de la Cancillería a los territorios en el país, que llaman diplomacia subregional. Sin contar el servicio de la estructura del Ministerio a las colombianas y colombianos que residen en el exterior.

Lucha contra lo ilícito y Paz Total

Volviendo a la lucha contra el narcotráfico y al cambio de orientación, este gobierno ha batido récord en los volúmenes de incautación de cocaína, en capturas de capos nacionales e internacionales. En contraste, medidas estructurales a favor de campesinas y campesinos presionados por el narcotráfico a servir en la primera fase de la cadena de producción de la cocaína.

Pero la lucha no está solamente contra el tráfico de cocaína, sino contra todas las formas de economías ilegales, motor indudable de las distintas violencias que enfrenta la ciudadanía, especialmente de poblaciones donde el abandono estatal es el caldo de cultivo de estructuras criminales, que han captado a miles de jóvenes sin esperanza.

El gobierno Petro logró la ley que estableció la política de Paz Total, que en una de sus expresiones aborda la paz urbana, que no es otra cosa que lograr el sometimiento a la justicia de organizaciones criminales que tienen el control territorial o combaten contra otras por tenerlo. La clave no es solamente el sometimiento, sino la transformación del territorio, que no es otra cosa que la presencia efectiva del Estado y la participación de las comunidades, del sector privado, de las autoridades locales y de otros actores. Esa transformación territorial es la condición indispensable para hacer sostenible la paz y lograr la sustitución de las economías ilegales por las legales.

La lista de realizaciones en estos dos años de gobierno es mucho más largas en términos de educación (gratuidad en educación superior, por ejemplo), Fuerza Pública (mesada 14 y mejoras sustanciales de la calidad de vida de soldados y policías), medio ambiente (reducción de deforestación y organización de la COP16), salud (intervención a las EPS y giro directo a las IPS), economía (baja en inflación y desempleo, aumento significativo en la producción  agropecuaria y en el turismo), transporte (resurrección del tren), transición energética...

Nadie dijo que el cambio fuera fácil. Ha sido difícil. Es así porque un alto porcentaje de quienes hacen parte del Estado vienen de tiempo atrás, herederas y herederos de otras formas de gobernar y con otras prioridades. Es así porque la derecha ha saboteado la acción legislativa. Y sigue siendo problemático porque no hay contrapeso a la desinformación orquestada por sectores políticos y medios de comunicación, encargados de acciones sistemáticas para desprestigiar el cambio, tapar realizaciones y crear un estado de ánimo entre las audiencias.

Bueno, y la corrupción, que no exclusiva de ideología o de partido político, poco ayuda. Lo que pasó en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres es sin duda una golpe al corazón del cambio y un papayazo, como otros, que han ocultado lo que sí se está haciendo por el cambio

Vienen dos años de muchos desafíos, como lograr el Acuerdo Nacional para avanzar en cambios estructurales; mejora significativa en la implementación del Acuerdo Final de Paz de 2016, en temas como la reforma agraria; resultados en la Paz Total, reforma a la salud...

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