Migración: la crisis más allá de la frontera
Las razones para migrar son las mismas hoy. Bueno, me refiero a
quienes se ven obligados a hacerlo. A quienes están entre la vida y la muerte.
La discusión en Estados Unidos y en otros países está dado en
cómo impedir avalanchas de migrantes, pero el problema real no está al pie de
la frontera, sino más allá. En los lugares de origen de quienes prefieren dejar
todo atrás.
Un estudio de la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) confirma la primera frase de este análisis: “Cada año, miles
de personas abandonan sus hogares en Latinoamérica, el Caribe y otras regiones
para intentar asegurar futuros que se han vuelto prácticamente inalcanzables en
sus países de origen. El despojo económico, la falta de acceso a la educación y
el empleo, la violencia y otros factores estructurales y personales han
motivado a las personas de todo el mundo, pero principalmente de los países
centroamericanos, a buscar una nueva vida en los Estados Unidos u otros países
de la región”.
Es obvio, pero hay que reiterarlo. La verdadera solución es
mejorar las condiciones de vida de las personas y de las comunidades. Y han
sido recurrentes los factores expuestos por OIM. En América Latina los motivos
políticos y de seguridad son históricos. Las guerras civiles y las dictaduras
han provocado la migración de millones de personas. En cada país, la migración
interna y el desplazamiento forzado han deshabitado las zonas rurales y
superpoblado las ciudades.
Otros prefirieron huir. Sí, huir de sus países porque el
riesgo a perder la vida es inmenso.
El otro motivo, el que más pesa, es la situación económica,
traducida en pobreza, abandono del Estado, desesperanza para las nuevas
generaciones y poquísimas oportunidades de progreso. El problema es que a donde
viajan el panorama no es muy distinto. La diferencia es que podrán tener un
ingreso que les permita enviar remezas a sus familias. Muchos terminan haciendo
oficios que no hacían en sus lugares de origen.
Llegan con poco nivel educativo, sin conocimiento alguno del
idioma (inglés, en el caso de Estados Unidos) y un terror a relacionarse con
alguien que no hable español. Terminan viviendo entre coterráneos en las mismas
condiciones, aislándose del desarrollo y sin mayores expectativas de cambio.
Ya llegaron al destino deseado, los que pudieron, pero antes
debieron afrontar todo tipo de riesgos a su integridad. ¿Cómo será el desespero
en sus países que se exponen a cualquier peligro para dejar atrás el pasado?
OIM recuerda un estudio propio en asocio con ACNUR y el
Sistema de Integración Centroamericana (SICA), dado a conocer en el 2019. Lo
revelador de la investigación es el comparativo en las causas migratorias.
Mientras hace 40 o 50 años fueron el conflicto político y la exclusión,
recientemente es la violencia y la carencia de empleo. En últimas, es lo mismo:
los problemas de la economía y de la política.
Entonces como hoy, la motivación es mejorar las condiciones
de vida a como dé lugar. Algunos lo logran con muchísimo esfuerzo. Otros
sobreviven en medio de gestos xenofóbicos.
La migración hace parte de la misma condición de las
sociedades. Pero, para este caso de América Latina, la única manera de frenar
las oleadas que hoy exponen la vida en peligrosas travesías para llegar a la
meta es que en los países mejoren las condiciones de vida de la gente y se dé
una verdadera apertura política para que no se maten por las ideas. Ahí está el
desafío para las próximas generaciones.
(Este artículo fue publicado en aldianews.com el 26 de enero de 2023. https://aldianews.com/en/thought-leaders/crisis-beyond-border-op-ed)
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