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A propósito de Álvaro Gómez Hurtado

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Álvaro Gómez Hurtado Por estos días se conmemoran 20 años del asesinato del dirigente conservador. En varios medios de comunicación se han hecho análisis y remembranzas de lo que fue. Pero varios, para no decir todos, pasaron de largo en lo que realmente significó para el país. Por este motivo, desempolvo esta columna de Antonio Caballero publicada en Revista Semana el 6 de noviembre de 1995. Álvaro Gómez Hurtado Por: Antonio Caballero Como cada vez que hay muerto grande en Colombia, amigos y enemigos coinciden: "¡Qué bueno era!". Pero de esas necrologías corteses está hecha en buena parte la falsificación de nuestra historia, que nos impide comprenderla. Por eso ahora, ante el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, me permito discrepar de esa unanimidad hipócrita que llora su cadáver. Creo que hacerlo es, además, respetar la verdadera dimensión histórica del personaje, que antes de muerto grande fue un vivo grande: pero no ese cruce improbable de Montes

El 'síndrome' de los Uber

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¿Será que los Uber se les tirán el negocio a los dueños de taxis? Uno de los síntomas de la falta de justicia es cuando la gente aplica la ley por su mano, pasando al extremo de la violencia. Ya lo habíamos planteado a propósito de una arremetida de linchamientos de supuestos delincuentes en diferentes zonas de la país. Ahora el motivo tiene que ver con la violencia que se está enquistando en algunos grupos de taxistas contra usuarios y personas relacionadas con la aplicación Uber. Por lo menos en Bogotá, algunos taxistas (incluidos propietarios) argumentan que pagan un cupo millonario para poder operar como para que otros se les metan en el negocio. Pero esa razón no les da el derecho de atropellar a los conductores que usan Uber, ni a los pasajeros. Hemos visto videos en los que claramente se configuran delitos graves. ¿O no lo es que bloqueen el paso de un carro por varios minutos, además poniendo en riesgo la seguridad de los ocupantes? Peor aún es la posición de la Polic

Colombia: la inseguridad puede llevar a la anarquía

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La inseguridad ciudadana no es de poca monta. Un presunto violador fue linchado en Barranquilla el fin de semana y murió en un hospital. Por la misma fecha, en Villamaría (Caldas) al parecer la Policía salvó del linchamiento a un joven. Estos dos casos simbolizan en qué estamos. Atracos, raponazos, robos a residencias, violaciones, microtráfico... Y una larga lista de delitos que afectan la convivencia y que las autoridades ven pasar. Que no es de ahora, así algunos medios quieran mostrarlos como algo insólito. El tema es de vieja data y parte de la solución y del problema atraviesa todo el procedimiento: desde la captura hasta el juzgamiento. Y eso se llama justicia. Precisamente en los casos de linchamiento lo que hay es ausencia de justicia, por lo que la gente prefiere tomar decisiones por encima de la ley. El Estado no cumple a cabalidad con su obligación de garantizar la seguridad. Cómo se explica que se tenga claro cuáles son las esquinas donde más atracos se regist

'Ruega por nosotros', un crimen por amor

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El escritor Alfonso Carvajal El 26 de enero de 2011 dos sacerdotes fueron asesinados en el sur de Bogotá. La noticia conmovió a la ciudad por las supuestas circunstancias. Incluso, se programaron plantones para protestar contra la inseguridad. Cuatro años después, el escritor Alfonso Carvajal publica ‘Ruega por nosotros’ (Ediciones B), una novela en la que cuenta desde la ficción la historia de los dos curas (René y Rómulo). “Me metí en la piel de los personajes para entenderlos en la decisión que los llevó al desenlace fatal”, cuenta Carvajal. Los dos religiosos eran pareja y decidieron contratar a dos personas para que los asesinaran. La razón: a uno de ellos le habían diagnosticado VIH y no querían vivir el uno sin el otro. De Ediciones B. En ‘Ruega por nosotros’, Carvajal arma las piezas de la tragedia y crea una estructura de novela fragmentada, con diversas voces, para entrar a ver la vida de los protagonistas desde diferentes ángulos. En 150 páginas se h

El 9 de abril no es un día cualquiera

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Jorge Eliécer Gaitán. Este jueves se espera una gran movilización a propósito del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado. El nombre es largo, como lo es también la trascendencia que tiene para el país. Es inevitable ignorar en esta fecha el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, que aceleró una violencia que se cocinaba desde los partidos tradicionales. Y no se puede olvidar porque la ofensiva de muerte dejó centenares de miles de desplazados, de muertos, de viudas y de huérfanos. Son las víctimas de referencia más lejana de las generaciones de hoy, pero sin duda lo ocurrido generó un país de colonizadores en zonas hasta entonces prácticamente deshabitadas. Por eso, al hablar de víctimas del conflicto armado no podemos circunscribirnos a las más recientes de paramilitares, guerrilleros y Estado. Tal vez la incredulidad sobre la efectividad de un acuerdo en La Habana pasa por más de 60 años de promesas incumplidas, de masacres, de traicio

El ejemplo del M-19

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Ceremonia oficial por los 25 años del acuerdo con el M.19. Hay quienes viven en la caverna del pasado, creyendo que el mundo está intacto desde la Edad Media. Que no puede haber espacio para el perdón. Son los mismos que se oponen a los diálogos de La Habana entre el Gobierno y las FARC. Los mismos que creen haber puesto al país en un escenario beneficioso porque militarizaron  carreteras. Pero en el fondo, nada. Todo esto para hablar de lo que se conmemora por estos días: 25 años del acuerdo de paz con el M-19. Por encima de las presiones de la extrema derecha y de la guerra sucia de entonces, hoy podemos decir que ese acuerdo permitió cambiar una Constitución avejentada y hecha para un país de otros tiempos. La nueva Constitución la hicieron hombres y mujeres que expresaban la diversidad del país de los 90. Se introdujeron grandes cambios sobre la visión de país y de sociedad. Que no somos hoy lo que queremos, claro que no. Somos un país con una profunda desigualdad, con

¿Promesas cumplidas?

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Iván Mustafá, director de regiones. Uno de los problemas principales del país es la centralización. Todo pasa por Bogotá. Las ganas de autonomía de las regiones se desvanecen cuando se ven todas las semanas a los alcaldes desfilar por ministerios y oficinas públicas de la capital tratando de arañar recursos para sus proyectos. Eso sin contar que el periodo es corto y el enredo de trámites y legislación pone a los administradores locales en una carrera contra el tiempo para lograr que algunos proyectos lleguen a feliz término. Y las cuentas son elementales: el primer año es perdido porque es cuando se discute el plan de desarrollo y se sigue ejecutando lo del antecesor. En los tres años siguientes hay que hacer los estudios, contratar y ejecutar lo que se alcance. La semana pasada fui testigo del reclamo de varios alcaldes a funcionarios del Gobierno, porque les tienen trancados unos proyectos vitales para las regiones. Y no hablaban de atraso de semanas, sino de meses