Presidente, ¿por qué Uribe le dice traidor?
Juan Manuel Santos, presidente y candidato. |
Hoy están en orillas diametralmente opuestas. Y Santos busca la reelección con el respaldo de los partidos de la Unidad Nacional. ADN habló con él sobre su relación con el expresidente y, por supuesto, del proceso de paz y de sus planes si es reelegido.
Lo que ha pasado estos días con los escándalos parece ser abrebocas de lo que será el nuevo Congreso. ¿Está preparado para enfrentar a la oposición de derecha y sacar adelante las reformas?
Afortunadamente la oposición es minoría. La gobernabilidad la mantengo. Eso es muy importante porque es la que me ha permitido hacer las reformas que nos tienen hoy como la economía más sólida de América Latina. Bienvenida sea esa oposición del Centro Democrático. Si el Congreso hace los debates, bienvenidos sean, pero eso sí, que lo hagan con altura y con la verdad, porque lo que hemos visto es que atacan con mentiras y guerra sucia.
¿Qué acuerdo le incumplió a Uribe cuando era candidato para que los uribistas lo tilden de traidor?
Ningún acuerdo. Simplemente porque no soy su títere. No obedezco sus órdenes. Nunca me comprometí a nada diferente a lo que he venido cumpliendo. Porque en materia de seguridad ninguno de los uribistas me puede decir que yo he sido flojo. Le he dado los golpes más contundentes a la guerrilla en su historia. Soy el peor enemigo de las FARC. Así lo dicen ellos. Y no fue Uribe, fui yo el que comenzó a dar los golpes como ministro de Defensa. Como presidente el que ha dado de baja al número uno, al número dos y a 50 cabecillas. Que no me vengan estos señores a decir que yo soy flojo en materia de seguridad.
Lo que pasa es que no fui títere. O si traicioné la forma de ellos de chuzar a los de la oposición, de ser amigo de los paramilitares y de todos esos pecados de lo que se les acusa, pues bienvenido sea entonces que me digan traidor a mucho honor.
¿Qué tan amigo es usted de Uribe?
Le confieso que hasta hace poco mantenía admiración porque hizo cosas muy importantes por Colombia, pero lo que ha hecho últimamente me ha decepcionado. Le ruego a Dios todos los días que me libere de algo que tiene Uribe, que es odio y sed de venganza. No soy así. Tengo un talantes diferente. Yo gustoso invitaría a Uribe a una taza de café y haría lo que hice con Chávez. Si tenemos diferencias, respetemos las diferencias, pero no nos sigamos insultando que esto no le conviene a Colombia.
Al margen de cuándo se firme el acuerdo con las FARC, ¿cuáles serían los puntos centrales de su segundo periodo?
Con la paz los grandes objetivos se van a realizar con más facilidad. Crear dos millones y medio más de empleos. Multiplicar nuestra política de vivienda y convertir a los arrendatarios en ahorradores para que todos los colombianos tenga la oportunidad de tener casa propia.Estamos sacando de cuidados intensivos el sistema de salud. Con la reforma que estamos aprobando vamos a terminar de arreglar la parte administrativa y financiera de los hospitales.
La reforma a la justicia parece inminente. ¿Cuál sería la columna vertebral?
La columna vertebral es quitarle la función nominadora, que es lo que ha politizado a la justicia. Luego la parte administrativa, para hacerla mucho más eficiente. Y hacer realidad el expediente virtual. Desaparecer esos arrumes de papeles que queman, que se roban, que se pierden y que hace que la justicia opere bien.
¿Le sigue apostando a ampliar el periodo de alcaldes y gobernadores?
Es lo que al país le conviene. Empatar el periodo de alcaldes y gobernadores con el presidente. Lo que hizo la Constitución del 91 fracasó. Es muy poco tiempo para que alcaldes y gobernadores puedan ejecutar, por la demora en aprobar los planes de desarrollo y en aprender a ejecutar. Podemos aprovechar la oportunidad para ampliar o permitir la reelección por una sola vez de los actuales alcaldes para que al final del 2018 quedemos todos igual. A partir de entonces ampliar el periodo sin reelección, a 5 o 6 años.
Le han criticado en el tema agrario que parece que estuviera esperando a firmar el acuerdo con las FARC para atender en forma las necesidades del campo. ¿Qué hay de cierto en eso?
No es cierto porque ahí están los hechos. El presupuesto para este año es de 5,2 billones. Eso nunca lo había visto el agro, en proyectos que los propios campesinos y las asociaciones gremiales y campesinas están proponiendo. Esa es apenas la cuota inicial. El agro ha sido siempre para mi una de las locomotoras, porque ahí tenemos un enorme potencial. Hay ciertos sectores que pueden tener problemas por los precios internacionales, pero en términos generales ya estamos poniendo en marcha muchas de las políticas que prometimos.
Ha sido dura la crítica al proceso de paz por la oposición de derecha en temas que sobre el papel están claros. El eco de las críticas es grande, pero de parte del Gobierno faltó pedagogía. ¿Cómo lo ve?
Es cierto. Usted tiene razón, nos ha faltado pedagogía. La oposición ha sido como más efectiva en dar sus mentiras, porque todo lo que han dicho son físicas mentiras. Nada de lo que ellos están diciendo es cierto. El Gobierno tiene claro y la opinión pública debe tener clara cuál es la agenda. No nos quedan sino otros dos puntos que son de mecánica: la justicia transicional, las víctimas, sus derechos, porque no va a haber impunidad. Lo otro es el desarme, cómo se desmovilizan. Entonces estamos a punto de lograr una paz que es para Colombia la redención después de 50 años de guerra. Yo no entiendo cómo los enemigos de la paz están tan empeñados en sabotearla. Porque ellos viven de la guerra, ellos viven es del miedo que la guerra produce. El miedo es manipulable. Y a la gente con miedo la manipulan políticamente. Y se quedan sin razón de ser si hay paz. Esa es su razón para oponerse a esto. Pero yo creo que el pueblo colombiano debería entender eso.
¿Qué va a pasar con Colombia después de la firma del acuerdo?
Van a pasar muchas cosas muy positivas. Sin conflicto, dicen todos los modelos económicos, la economía puede crecer dos puntos por encima de lo que está creciendo hoy. Muchas de las regiones que hoy no reciben ninguna inversión recibirán una inversión como nunca antes, porque Colombia está frente a una oportunidad de oro ante el mundo de convertirse en una despensa alimentaria en un mundo que está clamando por más alimentos. Y hay pocos países que pueden aumentar esa producción. Y uno de ellos, según la FAO, es Colombia.
Con temas como el de las regalías se tiene la sensación de que este es un gobierno centralista. ¿Qué puede decir de eso?
No somos centralistas. Lo que se hizo con las regalías fue distribuirlas más equitativamente. Generamos unas instancias descentralizadas. Antes las regalías se repartían y se determinaban en Bogotá. Ahora es en las regiones.
Hay municipios que han tenido tres veces presupuesto para acueducto y no lo tienen. ¿Qué va a pasar?
Se los han robado, cosa que nosotros corregimos totalmente. El gobierno anterior hizo algo que se llama los bonos Carrasquilla, que los firmó Óscar Iván Zuluaga. Vaya pregunte a esos 17 o 19 municipios qué pasó con esa plata. Una plata que ahogó a los municipios. Y nos tocó a nosotros reducir el costo de esa financiación. El plan departamental de agua del gobierno anterior fue un fracaso. Pero en cambio nosotros hemos metido en cintura a toda la política de aguas y la hemos vuelto muy efectiva. Dos millones ochocientos mil colombianos tienen agua que antes no tenían.
¿Cómo hará para seguir atacando la corrupción?
Vamos a seguir insistiendo. Nosotros hicimos aprobar el estatuto anticorrupción más agresivo que se haya aprobado en la historia de este país. Destapamos la corrupción en la salud, destapamos la corrupción en la Dian. Estamos poniendo en marcha la oficina Colombia compra eficiente, estandarizando todos los contratos para que no haya ninguna posibilidad de que alguien manipule los contratos para robarse la plata.
¿Cuáles serían los indicadores que tendría el país el 7 de agosto de 2018, si usted tiene un segundo periodo?
Estaríamos muy avanzados en ser el país más educado. Que tendríamos pleno empleo. Y que habríamos reducido sustancialmente el déficit habitacional.
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