La entrevista de ADN a Gustavo Petro
Usted se autoproclama como el único candidato preparado para conducir a Bogotá al salto que necesita para enfrentar los retos del siglo XXI. ¿En qué consiste eso?
Yo hablo de la sociedad del conocimiento como lo único que nos puede mantener prósperos en el siglo XXI. Uno de los temas fundamentales es el educativo, especialmente entre niños de 0 a 5 años. La priorización de presupuesto debe ir hacia esa población, que implica jardines infantiles, profesionalizar la madre comunitaria, un profesorado capaz y juntar nutrición y educación.
Aterricemos eso en acciones concretas...
Se contrata un profesorado de educación superior, con títulos de maestría y doctorado, y se construyen tres grandes áreas vocacionales: matemáticas y económicas, científicas y ciencias sociales y literarias. En el colegio, se imparten dos años de esa formación y, cuando el muchacho sale, la Universidad Distrital, o cualquiera otra que haga convenio con el Distrito, lo recibe en el tercer año.
¿Y la jornada única cómo sería?
La jornada única es que los muchachos no estudien 5 horas, sino 8. Es retornar a como estudiamos nosotros e implica almuerzo en el colegio. No significa construir otros 368 colegios, sino utilizar infraestructuras comunes en las que varios colegios de una misma zona se puedan beneficiar. Además, está el proyecto escuela-ciudad-escuela, según el cual la ciudad sirve para educar. Museos, Planetario o Maloka, por ejemplo, nos brindan una ayuda en otro tipo de materias. No se trata de duplicar la infraestructura actual, sino de racionalizar.
Hay gente que lo sigue identificando como integrante del Polo. ¿Cómo ha hecho para que no lo vean así?
La etapa del Polo Democrático se acabó; proponemos una nueva forma de hacer política. Si nos va bien en Bogotá, el Movimiento Progresistas será una alternativa política de poder de nuevo tipo en Colombia.
Uno puede hablar del liberalismo y decir que Luis Carlos Galán y Alberto Santofimio fueron liberales, pero no puede confundir a Galán con Santofimio. En Colombia existe la izquierda, que ha tenido nombres diversos con sus virtudes y errores, y yo soy de izquierda. Pero, el que me haya salido del Polo por decisión propia no autoriza a nadie a decir que soy de ese partido. Petro no está en el Polo, y punto. Petro está en un nuevo movimiento político, Progresistas. Todo obedece a esas contracampañas que tienen que ver con vender ideas que no son ciertas, parte de la estrategia de guerra sucia que nos ha tocado soportar. Nosotros mantenemos nuestra estrategia, de comunicar nuestro programa a la ciudadanía.
Bogotá está amenazada por las bandas criminales, a las que hay que ponerles freno para evitar caer en lo que vive Medellín... ¿Cómo desmantelarlas?
Ese problema se inició en Bogotá al tiempo que en Medellín. Lo que pasa es que allá la división del trabajo de la mafia es diferente, porque allá se hace el transporte de la droga y necesitaban control territorial. En Bogotá, en cambio, se hace el lavado de activos y para eso se requiere control empresarial, de mercados. Eso comienza con los esmeralderos, que controlaban la ciudad, pero lograron un pacto de no agresión y, por eso, la violencia es relativamente menor que en Antioquia.
¿Qué hacer, entonces?
En Colombia se lavan activos por 10 mil millones de dólares al año. Al principio, la fuente fundamental era la tierra, que no está en Bogotá, pero ese fenómeno ya pasó. Ahora, lo fundamental está en la contratación pública, la construcción, el contrabando, la prostitución y ciertas formas de piratería, entre otras manifestaciones. Son unas mafias más poderosas que las de Medellín, solo que matan menos.
¿Cómo se consigue desmantelarlas?
Quitándoles el poder político. Eso ya lo demostré en mi actividad en el Congreso. La mafia es como el vampiro: si se expone al sol, se desbarata. Su modus operandi es ocultarse del sol. Y el sol son sus relaciones, porque la mafia es una red como todas las organizaciones humanas del siglo XXI. Los puntos centrales del poder de esas redes están en la política; no hay mafia sin poder político. Es lo que vivimos con las bandas del paramilitarismo o del cartel de la contratación.
¿Es posible acabar con esas mafias?
Por eso, no quieren que Petro llegue a la Alcaldía. El problema para ellos es que Petro llegue, porque ya demostré que sé cómo desarticular las bandas. Entonces, de ahí surge toda esa campaña sucia, con mil y un medios, todos típicamente mafiosos, que hay en mi contra. Todo el que sea peligroso para los intereses mafiosos, de cualquier partido, es víctima de una campaña de ese estilo.
¿Está dispuesto a dar esa batalla?
Lo que más me afecta es la guerra sucia. La ciudadanía como que se ha adaptado a eso y no le hace caso. Pero, es claro el intento por destruir mi familia. No contentos con arrebatarme mi familia materna, ahora viene el ataque contra mi núcleo familiar. Ellos hicieron una reunión y tomaron la decisión de no dejarse permear.
¿Qué hará con temas como el de la cultura ciudadana?
La cultura ciudadana es una autorregulación, no una obligación. Lo que pasa es que esa autorregulación debe ir acompañada de autoridad. El ciudadano toma la decisión, que va de la mano de unos incentivos y castigos (no me gusta esa palabra), en beneficio de la sociedad. El creador de las políticas de cultura ciudadana en la época de Mockus fue Paul Bromberg, que ahora está conmigo. Sin embargo, lo que tenemos planteano no es necesariamente lo mismo de ese entonces de la hora zanahoria y del garrote.
La estrategia está enfocada en un mecanismo de autorregulación. En el caso del transporte, funciona cuando yo dejo de usar hoy mi carro, porque yo quiero, no porque me obligan con medidas restrictivas. Si eso se repite por centenares de miles de propietarios de carros, el efecto es un bienestar colectivo gracias a autorregulaciones individuales.
¿Qué hará con TransMilenio?
TransMilenio es un sistema en el que el eje dominante es el operador privado; eso viene así desde hace décadas. Hoy ocurre que el Distrito subsidia al operador privado, cuando debería ocurrir lo contrario. En vez de que la ciudad subsidie a los estudiantes o a la tercera edad, lo hace con los operadores privados de TM. Cambiar los contratos permite varios efectos positivos para el usuario: horarios fijos con altas multas por incumplimiento, cambio a energías menos contaminantes, mayor seguridad y comodidad para el pasajero. El operador debe proveer seguridad privada.
Yo hablo de la sociedad del conocimiento como lo único que nos puede mantener prósperos en el siglo XXI. Uno de los temas fundamentales es el educativo, especialmente entre niños de 0 a 5 años. La priorización de presupuesto debe ir hacia esa población, que implica jardines infantiles, profesionalizar la madre comunitaria, un profesorado capaz y juntar nutrición y educación.
Aterricemos eso en acciones concretas...
Se contrata un profesorado de educación superior, con títulos de maestría y doctorado, y se construyen tres grandes áreas vocacionales: matemáticas y económicas, científicas y ciencias sociales y literarias. En el colegio, se imparten dos años de esa formación y, cuando el muchacho sale, la Universidad Distrital, o cualquiera otra que haga convenio con el Distrito, lo recibe en el tercer año.
¿Y la jornada única cómo sería?
La jornada única es que los muchachos no estudien 5 horas, sino 8. Es retornar a como estudiamos nosotros e implica almuerzo en el colegio. No significa construir otros 368 colegios, sino utilizar infraestructuras comunes en las que varios colegios de una misma zona se puedan beneficiar. Además, está el proyecto escuela-ciudad-escuela, según el cual la ciudad sirve para educar. Museos, Planetario o Maloka, por ejemplo, nos brindan una ayuda en otro tipo de materias. No se trata de duplicar la infraestructura actual, sino de racionalizar.
Hay gente que lo sigue identificando como integrante del Polo. ¿Cómo ha hecho para que no lo vean así?
La etapa del Polo Democrático se acabó; proponemos una nueva forma de hacer política. Si nos va bien en Bogotá, el Movimiento Progresistas será una alternativa política de poder de nuevo tipo en Colombia.
Uno puede hablar del liberalismo y decir que Luis Carlos Galán y Alberto Santofimio fueron liberales, pero no puede confundir a Galán con Santofimio. En Colombia existe la izquierda, que ha tenido nombres diversos con sus virtudes y errores, y yo soy de izquierda. Pero, el que me haya salido del Polo por decisión propia no autoriza a nadie a decir que soy de ese partido. Petro no está en el Polo, y punto. Petro está en un nuevo movimiento político, Progresistas. Todo obedece a esas contracampañas que tienen que ver con vender ideas que no son ciertas, parte de la estrategia de guerra sucia que nos ha tocado soportar. Nosotros mantenemos nuestra estrategia, de comunicar nuestro programa a la ciudadanía.
Bogotá está amenazada por las bandas criminales, a las que hay que ponerles freno para evitar caer en lo que vive Medellín... ¿Cómo desmantelarlas?
Ese problema se inició en Bogotá al tiempo que en Medellín. Lo que pasa es que allá la división del trabajo de la mafia es diferente, porque allá se hace el transporte de la droga y necesitaban control territorial. En Bogotá, en cambio, se hace el lavado de activos y para eso se requiere control empresarial, de mercados. Eso comienza con los esmeralderos, que controlaban la ciudad, pero lograron un pacto de no agresión y, por eso, la violencia es relativamente menor que en Antioquia.
¿Qué hacer, entonces?
En Colombia se lavan activos por 10 mil millones de dólares al año. Al principio, la fuente fundamental era la tierra, que no está en Bogotá, pero ese fenómeno ya pasó. Ahora, lo fundamental está en la contratación pública, la construcción, el contrabando, la prostitución y ciertas formas de piratería, entre otras manifestaciones. Son unas mafias más poderosas que las de Medellín, solo que matan menos.
¿Cómo se consigue desmantelarlas?
Quitándoles el poder político. Eso ya lo demostré en mi actividad en el Congreso. La mafia es como el vampiro: si se expone al sol, se desbarata. Su modus operandi es ocultarse del sol. Y el sol son sus relaciones, porque la mafia es una red como todas las organizaciones humanas del siglo XXI. Los puntos centrales del poder de esas redes están en la política; no hay mafia sin poder político. Es lo que vivimos con las bandas del paramilitarismo o del cartel de la contratación.
¿Es posible acabar con esas mafias?
Por eso, no quieren que Petro llegue a la Alcaldía. El problema para ellos es que Petro llegue, porque ya demostré que sé cómo desarticular las bandas. Entonces, de ahí surge toda esa campaña sucia, con mil y un medios, todos típicamente mafiosos, que hay en mi contra. Todo el que sea peligroso para los intereses mafiosos, de cualquier partido, es víctima de una campaña de ese estilo.
¿Está dispuesto a dar esa batalla?
Lo que más me afecta es la guerra sucia. La ciudadanía como que se ha adaptado a eso y no le hace caso. Pero, es claro el intento por destruir mi familia. No contentos con arrebatarme mi familia materna, ahora viene el ataque contra mi núcleo familiar. Ellos hicieron una reunión y tomaron la decisión de no dejarse permear.
¿Qué hará con temas como el de la cultura ciudadana?
La cultura ciudadana es una autorregulación, no una obligación. Lo que pasa es que esa autorregulación debe ir acompañada de autoridad. El ciudadano toma la decisión, que va de la mano de unos incentivos y castigos (no me gusta esa palabra), en beneficio de la sociedad. El creador de las políticas de cultura ciudadana en la época de Mockus fue Paul Bromberg, que ahora está conmigo. Sin embargo, lo que tenemos planteano no es necesariamente lo mismo de ese entonces de la hora zanahoria y del garrote.
La estrategia está enfocada en un mecanismo de autorregulación. En el caso del transporte, funciona cuando yo dejo de usar hoy mi carro, porque yo quiero, no porque me obligan con medidas restrictivas. Si eso se repite por centenares de miles de propietarios de carros, el efecto es un bienestar colectivo gracias a autorregulaciones individuales.
¿Qué hará con TransMilenio?
TransMilenio es un sistema en el que el eje dominante es el operador privado; eso viene así desde hace décadas. Hoy ocurre que el Distrito subsidia al operador privado, cuando debería ocurrir lo contrario. En vez de que la ciudad subsidie a los estudiantes o a la tercera edad, lo hace con los operadores privados de TM. Cambiar los contratos permite varios efectos positivos para el usuario: horarios fijos con altas multas por incumplimiento, cambio a energías menos contaminantes, mayor seguridad y comodidad para el pasajero. El operador debe proveer seguridad privada.
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