Deportivo Cali, un prestigio que se arruina

Hasta hace unos meses, era habitual escuchar o leer cosas como: "Deportivo Cali es el equipo más organizado de Colombia". Pero los últimos sucesos desvirtúan lo que parecía un paradigma y lo que se empieza a descubrir es que no era nada cierto eso de "el equipo más organizado del país".

Vamos por partes. La primera gran frustración es el estadio. En ADN publicamos hace dos años una doble página contando las bondades del escenario, que ya iba a ser la sensación, que... Los resultados están a la vista. Se estrenó, pero con todo a medias. Sin un acceso a la altura de lo que es como estadio. No pasó la prueba de la Fifa para ser estadio clave en el Mundial por esos inconvenientes. Ahora el Cali prefiere jugar en el Pascual Guerrero por mil razones. Una de ellas es la cercanía. Quienes decidieron que se construyera el 'Coloso de Rozo' donde está pudieron ser muy visionarios pero no consideraron nada: ni que tocaba pagar peaje, ni que había problemas de servicios públicos, ni que tocaba construir una carretera para poder llegar.

La segunda gran frustración es la cantidad de técnicos que han pasado por la institución en 10 años. Parece un sitio de pasantía de los directores técnicos. Entre otros, 'Cheché' Hernández, Jaime de La Pava, Jorge Cruz, Pedro Sarmiento, Sergio Angulo, Jorge Luis Bernal, Bernardo Redín, Javier Álvarez, Óscar Héctor Quintabani, Luis Fernando Suárez, Daniel Carreño, Néstor Otero, Omar Labruna, Jairo Arboleda, Ricardo Martínez... Al menos 15 técnicos. Una barbaridad para un equipo que se las daba de ser "el más organizado del país".

La tercera gran frustración han sido los directivos. Se vivió a costillas del fantasma de Alex Gorayeb. Desde entonces, puros paños de agua tibia. Unos reconocidos empresarios, de las casas más 'pupis' de Cali, llevaron al equipo a la banca rota. Gastaron, gastaron, gastaron... ¿Cuánto pagarían en indemnizaciones a los más de quince técnicos que han pasado por la institución desde el 2001? El gran mérito de estos caballeros ha sido transformar al equipo, que pasó de ser protagonista de gran nivel a solo vendedor de jugadores de la cantera.

Llega la cuarta gran frustración: a la fama de "el más organizado del país" se le agragaba que tenía "las mejores divisiones inferiores". Pero en la práctica era pura carreta porque, salvo los porteros en la época de Portela (Córdoba, Calero, Mondragón...), eran poquísimos los de la casa que tenían oportunidad en la titular. Solo en los tiempos en que Da Graca se hizo cargo de la formación de jugadores se planteó sobre el papel que debía dárseles prioridad a los formados en la institución. La convicción por los de la casa solo apareció a la fuerza, cuando ya no había plata en la caja, el déficit era millonario y no había forma de importar futbolistas. Ahí sí los jovencitos que formaban Jorge Cruz, Jairo Arboleda y Ricardo Martínez le servían a los directivos. Pero...

Aparece la quinta frustración. Se les dio oportunidad a los jóvenes, pero rápidamente salen de ellos para tratar de mejorar lo que se había ido por el sifón de las malas administraciones. Quienes podían ser ídolos del equipo a duras penas maduran y rápidamente los venden al mejor postor. Ya ocurría en los tiempos de Christian Zapata, Álvaro Domínguez y Abel Aguilar. ¿Es mentira lo que digo? En el pasado más reciente la lista es más larga: Michael Ortega, Luis Fernando Muriel, Andrés Escobar, Fabián Castillo, Freddy Montero,

Y a esto se agrega que desmantela nóminas así por que sí: para esta temporada dejó ir a Diego Álvarez, Jonathan Álvarez y Felipe Chará, parte de la columna vertebral, lo que implicaba empezar casi de cero.

Al final, los paganinis son el técnico de turno y la hinchada. Y ellos, los directivos, como si nada. Metidos en mil escándalos pero aferrados al poder.

Hasta luego.

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